Un perfecto marco escénico para un almuerzo inolvidable es el que brinda el cielo de un azul intenso que se confunde con las aguas del majestuoso lago Titicaca, también llamado Lago Sagrado.
Si bien llegar hasta Huatajata, desde la sede de gobierno de Bolivia, se complica los días domingo al cruzar algunas cuadras de El Alto -donde se realiza la famosa Feria 16 de julio-, llegar al peaje y luego divisar el lago sagrado produce una emoción sin igual que hace olvidar la travesía. Sugerencia: salir de La Paz antes de las 10 a.m. o ir de lunes a sábado.
Huatajata es una población lacustre caracterizada por sus coloridos restaurantes al borde del lago, donde la oferta culinaria radica en trucha, ancas de rana e ispi (un pequeño pescado del lago, que frito es una verdadera y crocante exquisitez). También se puede encontrar carne de vaca y pollo, pero en menor cantidad. La recomendación siempre será “si vas al lago, toma un chairito y come una trucha”.
El restaurant elegido, en esta ocasión, fue Pachamama; sin embargo, todos ofrecen el mismo menú, todos tienen las mesas dispuestas dentro de palafitos construidos sobre el lago con estructura de vidrio; también hay mesas aisladas unas de otras (conservando medidas de bioseguridad) además de sus amplios jardines. Casi todos los restaurantes cuentan con parque infantil, algunos tienen piscina y otras amenidades. La mayoría cuenta con pequeños embarcaderos, desde donde ofrecen el tradicional paseo en bote y todos tienen amplios parqueos con cuidadores.
En resumen, entrar a comer al restaurant Pachamama es prácticamente similar a comer en cualquier otro de la treintena que se encuentran apostados en la playa de Huatajata. Empero este fue el elegido.
Restaurante Pachamama a orillas del Lago Sagrado
La atención es muy buena, los meseros saben exactamente en qué consiste cada plato, dan consejos tanto para la comida como para la bebida; son muy amables y veloces, se podría decir que atienden más rápido que en varios de los mejores restaurantes de la ciudad de La Paz.
Un mesero lleva a los comensales un plato con mote de haba hervida que en la boca se siente tan suave como puré, con queso fresco, inmediatamente éstos eligen la mesa; lo cual se hace difícil porque todas tienen vistas increíbles. La decisión mayor está en si comer en el palafito de cristal o en el jardín; ambas opciones son ampliamente recomendables, por lo cual podría sugerir almorzar en el jardín, posteriormente zarpar y navegar; al retorno tomar un mate de coca en el palafito viendo el atardecer. Si los comensales salen temprano de La Paz pueden llegar, navegar por el lago sagrado y posteriormente comer.
Eso sí, no pueden irse sin tomar el chairo, suculenta sopa hecha en base a trigo, maíz, chuño, carne de cordero y de vaca, no faltan las verduras ni la decoración con perejil. La hierba buena aporta el toque de sabor y frescura. Algunas recetas incluyen “chalona” de cordero que es una especie de charque o carne seca. El chairo tiene un sabor especial cuando es presentado en chúa, que es un plato sopero de barro.

Pese a estar en el jardín, al llegar el pedido, el agradable olor al pescado fresco inunda el espacio. Visualmente cada plato es un espectáculo. Si uno pide trucha, tiene la certeza de que está fresca (prácticamente recién pescada). Los acompañamientos son los mismos para todos los platos del menú: arroz, papas fritas y ensalada de verduras cocidas. Para quienes gustan de las arvejas, éstas vienen en gran cantidad y su combinación con choclo desgranado es muy agradable.
El menú ofrece trucha a la diabla, a la romana, tomatada, al limón, al ajillo, a la plancha o en chicharrón. La trucha a la plancha es carnosa, de un color rosado-naranja con trazos caramelo debido a su cocción, lo cual hace que sea muy atractiva a la vista. Viene sazonada al filo de lo salado, con la cantidad precisa de condimentos que se sienten en el paladar ajo, pimienta y un toquecito de comino. Las cantidades de limón que ofrecen los meseros son generosas.

El chicharrón de trucha es una delicia, armonía perfecta de sabores y texturas: crocante por fuera, suavidad de la carne por dentro. El aceite en el que se fríe no contamina ni resta sabor al deleite que ofrece la carne de trucha. Quizás en este caso el acompañamiento no debiera ser papas fritas por la cantidad de fritura, pero una vez al año, no hace daño ¿no es verdad?

Sea cual fuera el restaurant elegido, ya sea si el comensal ordena rana, ispi o trucha, el sabor se hace mejor por el ambiente; ya que el lago Titicaca, el más alto e imponente del mundo, siempre será la mejor opción a sus 3.800 metros sobre el nivel del mar pues da la ilusión de estar almorzando en el mismísimo cielo.
Calificación
Calidad de la comida: * * * *
Calidad del servicio: * * * (tanto vajilla, cubiertos, servilletas, mesas ni sombrillas no son de la mejor calidad, sin embargo la atención de los meseros es muy buena)
Ambiente: * * * (tendría 4 estrellas si las condiciones del baño serían mejores)
Bioseguridad: * * (no siguen un protocolo de bioseguridad al recibir a los comensales, ni cuentan con alcohol en gel)
Cuidado del medio ambiente: * * *
Valor agregado: * * * * * El lago Titicaca, sin el cual los restaurants de Huatajata no tendrían razón de existir
¿Tiene opciones vegetarianas y veganas? No.