La Bolivia que tenemos hoy pertenece ya al siglo pasado y la única manera de no ser avasallados por la ola tecnológica y de innovación, que viene modificando nuestros paradigmas, es pensando fuera de esa caja.
Hay un concepto de economía que siempre me fascinó y es el de “Destrucción Creativa”, acuñado por Joseph Schumpeter y que se refiere al ámbito empresarial: Cuando una empresa no es capaz de innovar y mantener relevancia tiende a desaparecer, por tanto la empresa es reemplazada por otras más tecnológicas, nuevas y con ideas más frescas.
Este concepto va en concordancia con la idea de que la economía es cíclica, los periodos de crecimiento son seguidos de periodos de recesión y así continuamente.
Si observamos el comportamiento de los países, con esta mirada de “Destrucción Creativa” podemos tener lentes interesantes para comprender porqué algunos países crecen más que otros, porqué ciertas economías son más exitosas que otras y cuál es la importancia de la innovación y tecnología para el desarrollo económico de las naciones.
El capitalismo ha promovido la innovación tecnológica que a su vez ha promovido la globalización, nunca el mundo había crecido tanto en términos de bienestar como en el último siglo.
Innovación y tecnología a futuro
Yuval Noah Harari, un historiador y escritor israelí autor de Sapiens: De animales a dioses, cree que “la revolución tecnológica no será un evento, sino una serie constante, la inteligencia emocional y el equilibrio mental marcarán la diferencia entre sobrevivir y sucumbir a las perturbaciones sucesivas en el trabajo, las relaciones y la política”.
En el futuro inmediato las personas no podrán estudiar para ser abogados y ejercer toda su vida sus profesiones, deberán ser capaces de reinventarse, aprender continuamente, diversificar sus ingresos y adaptarse a las nuevas exigencias del mercado. Así sucede también con los países, se espera que el crecimiento en innovación tecnológica de los próximos 5 años supere al de los últimos 30, y el crecimiento cada vez será más acelerado.
En este contexto es importantísimo analizar qué herramientas tenemos como Bolivia para enfrentarnos a estos cambios tecnológicos que impactan la economía global, que les recuerdo: es cíclica para todos.
¿Bolivia, cómo anda en innovación y tecnología?
Hace un par de meses la ONU (Naciones Unidas) publicó un informe titulado: “Informe de Tecnología e Innovación 2021” en el que se midió a través de varios indicadores cuan preparados están los países para los cambios tecnológicos y de innovación que sucederán en los próximos años.
Uno de esos indicadores que midieron se llama: “Readiness Index” (Índice de si estamos listos) y el mismo está construido en base a 5 pilares:
- Desarrollo de las tecnologías de la comunicacion y tecnologia
- Usuarios de Internet
- Velocidad del Internet
- Habilidades
- Años de Estudio promedio
- Empleos de habilidades altas
- Actividad de Investigación y desarrollo
- Número de publicaciones
- Número de patentes
- Actividad industrial
- Exportaciones de productos/servicios de alta tecnología
- Exportación de servicios digitales tecnológicos
- Acceso al sistema financiero.
- Créditos al sector privado
Muchos de ustedes estarán repasando estos 5 pilares y ya pueden imaginarse cuál es el resultado del indicador para Bolivia: desastroso.
Nuestras peores “notas” son en los pilares de: Habilidades y Acceso a Servicios Financieros donde obtuvimos 0,22 y 0,12 respectivamente (recuerden que la mejor nota es 1).
Continua y repetitivamente estudios, estadísticas, expertos, encuestas, informes y otros medios sacan a la luz que tenemos un pésimo sistema educativo y una población en edad de trabajar totalmente abandonada por el sistema financiero tradicional. En Bolivia no se puede hablar de inclusión financiera pues no existe cultura de crédito y de ahorro, la gente “vive al día” (se diría de manera coloquial).
Esta cultura de pensar solo en el ahora, de sobrevivir el presente hace que no estemos listos para los retos tecnológicos y de innovación del futuro.
Y no solo tenemos problemas serios en estos 5 pilares arriba mencionados sino que también tenemos problemas en el medio a través del cual podríamos arreglar estas falencias: “La Institucionalidad”.
Las instituciones sólidas son la base de una economía sólida, instituciones con visión de futuro, incorruptibles, con planes estratégicos de largo plazo, con la mínima burocracia, que prioricen el tener funcionarios capaces y aptos para los puestos, instituciones respetables, reconocidas internacionalmente, que ayuden a la ciudadanía que promuevan la inversión privada, que brinden confianza y estabilidad para innovar.
¿Por dónde empezamos? Se preguntarán, quizás la respuesta es también compleja porque sin un país educado ¿Cómo creamos instituciones sólidas? Sin instituciones sólidas ¿Cómo educamos a nuestra población? Es el eterno juego de la gallina y el huevo. – Erika Gottlieb –
La mejor manera de comenzar, estimo, es viendo la radiografía completa, aceptando que estamos muy mal parados y cambiando el rumbo por completo. Tanto el Gobierno como el ciudadano de a pie debe entender que la Bolivia que tenemos hoy pertenece ya al siglo pasado y que la única manera de no ser avasallados por la ola tecnológica y de innovación, que se viene, es modificando nuestros paradigmas y pensando fuera de esa caja que nos tiene enfrentados y chocando cabeza con cabeza desde hace más de medio siglo.
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