Hablar de la historia de Cochabamba, es hablar de quienes estuvieron detrás de la edificación de sus puentes, de tendidos eléctricos, o de edificios construidos en la ciudad durante las últimas cuatro décadas del siglo XX. Hablar de Cochabamba, es hablar del forjador René Olmedo.
Cochabamba fue un semillero de ideas, donde nacieron proyectos, organizaciones y un sinnúmero de destacados personajes llamados patriarcas, amautas o sabios de la comunidad, que con tesón, esfuerzo y sacrificio personal se entregaron a la tarea de trabajar por su región. El común denominador es que todos salieron a estudiar fuera de Bolivia, y así conocieron sociedades más adelantadas.
Luego de su retorno, abandonaron el tiempo que le pudieron dedicar a su familia, a un trabajo más o menos bien remunerado, o a vivir en países con mayor adelanto tecnológico – industrial, porque hubo algo que los empujó a sacar fuerzas de donde no tenían, para darle a su querida “llajta”, a Cochabamba, un horizonte superior.
Uno de ellos fue René Olmedo, quien nació en Oruro hace 97 años, vivió, trabajó 80 años en Cochabamba. Estudió en la escuela modelo Juan Crisóstomo Carrillo, continuó en el colegio La Salle de donde salió bachiller en 1941. Cursó sus estudios superiores en la carrera de ingeniería en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina.
La vida de René Olmedo
Olmedo, en una entrevista efectuada hace una década, comentó que nunca hizo un cuaderno, ni en el colegio ni en la universidad, su secreto consistía en tener todos los datos en su cabeza y sacar muy buenas notas los primeros meses, luego se eximía.
Acabados sus años de estudios universitarios volvió a Cochabamba, donde comenzó su carrera profesional como docente en la Universidad Mayor de San Simón, estuvo allí poco tiempo porque como indicó a él no le gustaba el sistema educativo, al que consideraba muy lento y repetitivo.
Estuvo casado hace más de medio siglo con Isabel Zegarra, tuvo siete hijos, cinco hombres, dos mujeres y una veintena de nietos.
Comenzó su ejercicio profesional cuando asumió la jefatura de la Unidad Técnica del Ejército en la Séptima División del Ejército, luego fue el promotor y ejecutor de la urbanización de La Chimba, que se asentó en terrenos donados por Simón I. Patiño.
Fue contratado por la empresa Comboni para traer agua a Cochabamba, porque como dijo en su momento «el hombre pone su inteligencia sobre lo que indica la naturaleza». Llegó a ser socio de esta empresa y tuvo la suerte de ser recibido por todos los empresarios de Cochabamba que a pesar de la diferencia de edad, él con 25 y ellos con 50, lo pusieron en un nivel importante porque logró intervenir en muchas decisiones de peso.
En su momento René Olmedo fue fundador de lo que ahora es la Sociedad de Ingenieros de Bolivia filial Cochabamba y la Cámara de la Construcción de Cochabamba. En Comboni se quedó dos años, luego con diferentes socios fundó los cimientos de su organización la Empresa Técnica Constructora Olmedo Limitada, que vio la luz en 1967.
La primera obra de esta empresa fue Coboce, que contó con el apoyo de Italimpiantti. La construcción se hizo en cuatro años y fue inaugurada durante la presidencia de Hugo Bánzer Suárez.
Sin embargo a pesar de la envergadura de la planta cementera, Olmedo consideró a la Junta de la Comunidad, luego conocida como Comité Cívico, como su mayor obra , porque tuvo la intervención de todas las instituciones de Cochabamba unidas en torno a un objetivo común: defender los intereses de la región.
A finales de la década de los 80 fue presidente del Concejo Municipal y tiene la satisfacción de que su Concejo fue elegido como el mejor hasta el 2011. Durante su gestión se abrió la avenida Ayacucho, y a pesar de que tuvo muchos detractores, que aducían que en la calle se encontraban viviendas históricas, Olmedo mandó a realizar un relevamiento de imágenes para demostrar que no se producirían pérdidas históricas y logró sentar en la mesa de negociaciones a vecinos y trabajadores municipales para obtener una negociación óptima y así ampliar la que fue calle y luego una de las avenidas más importantes de la ciudad.
Construcciones sobresalientes
La empresa Olmedo tiene una larga trayectoria, que ha marcado la configuración de Cochabamba, entre las obras ejecutadas a la cabeza René Olmedo se encuentra la represa de Escalerani, la planta hidroeléctrica de Pampa Tambo, luego la de Santa Isabel, el puente de la Recoleta, la canalización del Río Rocha desde el puente Siles hasta el de Quillacollo, el puente Cobija, las ampliaciones, tratamiento y mejoramiento de las plantas de tratamiento de agua de Alba Rancho y a iniciativa de Roberto Prada el coliseo cerrado.
Fuera de Cochabamba, instaló plantas eléctricas en Sucre y Tarija, la terminal de buses y un hotel en Oruro, además de trabajos en el estadio deportivo y en la dotación de agua para la ciudad del Pagador.
Empero la mayor cantidad de obras se hicieron en su ciudad de adopción, donde radicó ocho décadas a fuerza de una carga personal muy importante, ya que como destacó Olmedo, el fue individualista porque le gustaba que las cosas marchasen a su ritmo. Estuvo a la cabeza de 400 trabajadores, que entre otras obras, pavimentaron y mejoraron el tramo de El Sillar que conecta Cochabamba con El Chapare, también trabajó la electrificación rural en la Fase II para beneficiar a 450 poblaciones.
Olmedo estuvo entre los impulsores del Parque Industrial de Santivañez; esta idea fue presentada a Bánzer en 1974, quien felicitó a los promotores porque como recuerda Olmedo, Bánzer dijo que era la primera vez que Cochabamba presentaba algo y no demandaba. Sin embargo esta idea primigenia tuvo algunos detractores cochabambinos que se oponían porque señalaban que los humos del parque iba a contaminar. Tampoco Bánzer respaldó este proyecto y mandó la orden de frenarlo, para posteriormente impulsar la creación del mismo, según recuerda Olmedo, en Santa Cruz.
En 1991 este hombre de las mega construcciones compró una propiedad en Alba Rancho de 360 hectáreas, donde creó la Zona Franca de Cochabamba (Zofraco) generando 2000 empleos directos, 5.000 indirectos y alrededor de 250 millones de dólares como pago de impuestos aduaneros que beneficiaron directamente a la región.
Olmedo soñó con la idea de hacer una ciudad paraíso que pudiese albergar a unos 30 mil habitantes, que se instalaría en Alba Rancho, siempre y cuando, como lo dijo «los loteadores no saboteen este proyecto». René Olmedo esperó que esta urbanización fuere una realidad en algún momento, porque entre otras cosas manifestó “no me he vuelto cochabambino, yo hago no me opongo”, dando entender que uno de los factores destacados entre sus conciudadanos es la de oponerse antes de que se concrete algún proyecto.
Dijo que pese a todas las dificultades él fue un hombre feliz «porque tengo cosas por hacer y soy muy inquieto, no me gusta esperar, sigo construyendo y edificando, soy puntual, respeto los compromisos y espero que los demás también cumplan con lo pactado».
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