Por: Paola Cavajal
Tiempo atrás, me enseñaron una forma de meditación: cierra los ojos y transpórtate a una montaña nevada, siente cómo entran en armonía el frío con tu calor, poco a poco comenzarás a sentir paz. Exactamente esa sensación, junto a una amable seducción a mis sentidos, es lo que vino hacia mí en la cafería de Manq’a (comida en aymará), cuando la cordial mesera me trajo la copa Illimani, una exquisita réplica del “majestuoso”, hecha a base de un aromático café de Caranavi, frapeado, y crema de leche semejando un pico de la montaña. Demás está decir que caí rendida ante su garbo, sabor y aromas.
Manq’a es un complejo gastronómico asentado bajo el concepto de “Mercado Central” en el corazón de la pintoresca y cosmopolita zona de Sopocachi, y la plaza Abaroa, en la ciudad de La Paz.
Comprende el restaurante, la panadería y la cafetería. Aquí los detalles bolivianos son protagonistas, sin entrar en lo chabacano ni folklórico.
La vista se divierte en un paneo de 360 grados, donde se aprecia la decoración con elementos nacionales: mucha madera preciosa, fierro forjado, cuadros, sombreros coloridos, fotos de las escuelas Manq’a y variedad de adornos delicadamente seleccionados e instalados artísticamente.
Al ingresar al Mercado Central, se advierte no solo el aroma a pan recién horneado, que es cautivante, porque la masa madre es el ingrediente elemental para el pan a la venta y también para el que se usa en los sándwiches de productos nacionale.
También se percibe su filosofía, ya que Manq´a nació en 2014 con el objetivo de revalorizar las recetas tradicionales y los productos nativos bolivianos, apoyando a los pequeños productores para promover la agricultura sustentable y a precio justo.
Asimismo se aprecia su cuidado por la salud en tiempos de pandemia, pues las medidas de bioseguridad se cumplen de manera adecuada, tanto en la puerta de ingreso como cuando uno se sienta y el personal le ofrece un sobre de papel reciclado para guardar el barbijo, a diferencia de otros locales donde brindan bolsas plásticas con su logotipo.
Cafetería Manq’a
La cafetería tiene una oferta de infusiones que van desde la sencilla sultana hasta sofisticados tés de frutos tropicales y andinos.
En el menú destaca el distinguido chocolate con leche, nuez moscada y canela; asimismo, una variedad fantástica de preparaciones con café de altura hacen un guiño desde el bien diseñado menú.
Los precios son accesibles; para la calidad, servicio y ambiente están por debajo respecto a otros cafés de la zona. La atención es muy amable, a cargo de personal competente que explica, a tiempo de entregar al comensal su pedido, la preparación e ingredientes de cada plato.
Los postres son un dulce soplido de vida, ya sea el cremoso arroz con leche con una lámina de chocolate y salsa de leche o el Airampito, que es una crema de infusión de airampo (semilla andina de cactus) y cítricos con requesón que viene sobre una sorprendente cama de galleta de pito de cañahua.
Manq’a no es un restaurant ni cafetería común, es un emprendimiento social, donde jóvenes chefs bolivianos, en su mayoría provenientes de familias de escasos recursos, cocinan bajo un modelo que les genera oportunidades de crecimiento.
Gastronomía Manq’a
Con cocinas abiertas a la vista y de última tecnología, el lugar apuesta por una carta con énfasis con ingredientes de los pisos ecológicos bolivianos.
A su repostería concurre en una verdadera festividad nacional: la torta de chocolate amazónico, por ejemplo, representa el equilibrio de ingredientes, lo que hace que la textura del bizcocho de cacao de la zona amazónica sea suave y compacta a la vez y el relleno, sea nada menos que de un dulzón ají “aribibi” y frutos rojos; esto se disuelve en la boca dejando un gusto entre dulce y amargo inigualable y sabroso. Esta mezcla impensada da las notas musicales a la fiesta, donde los paladares más exigentes terminan de deleitarse con las almendras asadas y el chocolate amargo de la decoración.
Los servicios higiénicos suelen ser el talón de Aquiles de los restaurantes, pero Manq’a pensó en todo, y sus baños son un espectáculo aparte.
La parte inferior de máquinas de coser Singer sirven de pedestal para los lavamanos; los baños están muy bien ventilados y cuentan con amplios espejos de marcos de madera, pintados en colores alegres.
Esta explosión de elementos y el colorido hacen de la breve estadía en el toilette, un agradable momento. A mucha gente –millennials en su mayoría- le agrada tomarse fotos en baños de locales públicos, definitivamente el baño de Manq’a tiene el fondo perfecto para un selfie bien lograda.
Absolutamente todo en este complejo gastronómico es encantador, la experiencia complace a los cinco sentidos. Me voy satisfecha con la cafetería y parafraseando a Anton Ego -en L´Inflexible Critique Culinaire- pronto volveré a Manq’a, hambrienta y decidida esta vez a probar los platos de la cocina de su restaurant.
CALIFICACIÓN
- Calidad de la comida: * * * *
- Calidad del servicio: * * * *
- Ambiente: * * * * *
- Bioseguridad: * * * Podría tener más estrellas si contara con alcohol gel en las mesas y en los baños.
- Cuidado del medio ambiente: * * * *
- Valor agregado: * * * * * Es un restaurant social donde trabaja gente formada en sus propias escuelas.
- ¿Tiene opciones vegetarianas y veganas? Sí
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