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sábado, octubre 26, 2024
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Lo que creo que es cierto y no lo es

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Si tomamos decisiones a partir de lo que creemos cierto, es muy importante verificar la veracidad de esas creencias. Si en algún momento descubrimos que alguna de nuestras creencias no es cierta, podremos descartarla para ser mucho más efectivos.

Abro los ojos y miro a la distancia las luces rojas del reloj. 3.23 am. Solamente dormí tres horas. Estoy engripado desde hace unos días, y ayer –ya sintiéndome mejor– abandoné el reposo que habitualmente hago en estos casos para escribir más cómodo sentado en mi escritorio.

Quise que el día fuese como cualquier otro. Pero no era un día como cualquier otro. Y creer una cosa, cuando es otra, se termina pagando. No siempre sabemos cuál es el precio que vamos a pagar cuando tomamos decisiones, pero siempre terminamos pagándolo.

El peor precio es el que se paga en salud. 

5.01 am. Nuevamente me despierto. Intento conciliar el sueño, pero no hay caso. Cuando tengo ideas recurrentes dando vueltas en mi cabeza, me resulta muy difícil volver a dormir.

5.24 am. Doy vueltas y más vueltas en la cama, pero no es posible. Ni siquiera tengo en claro cuáles son las preocupaciones que me tienen así. Las ideas van y vienen en un ciclo de repetición continua. Podría ser fiebre.   

5.41 am. ¿Qué me preocupa? ¿Cuáles son esas ideas que me asaltan?  

Descubrimiento de patrones

En ocasiones, esas ideas que van y vienen en círculos no tienen ningún sentido. A veces he pensado que podría tratarse de un sueño, en esos momentos en los que uno no está ni dormido, ni despierto. No sé cómo se llama ese estado, pero es una especie de semi consciencia. 

Pero en este momento, las ideas son medianamente claras.

Hace un tiempo leí una frase que me impactó. Últimamente he estado pensando mucho en ella, porque tiene mucho que ver con la forma como trabajo con clientes. Creo que representa una especie de meta de trabajo.

Si todos aplicáramos un proceso iterativo de probar continuamente aquello en lo que creemos cierto, para saber si realmente es así, todos estaríamos obteniendo los resultados que queremos.

La frase que leí, de Mark Twain, decía: “Lo que nos crea problemas no es lo que no sabemos, sino lo que sabemos con certeza y no es así.”

Esto de descubrir qué creemos cierto y no lo es, es algo en lo que enfoco mi trabajo. Y de esa forma, ayudo a las personas a clarificar desde qué lugar toman las decisiones que toman. Esto es muy difícil de hacer en uno mismo, y en eso estaba pensando –de manera constante, repetida y circular– en esa suerte de semi sueño que no me dejaba dormir.

Cuando sabemos algo con certeza, independientemente de donde lo hayamos obtenido, actuamos. Quizás no se trata de la verdad absoluta sobre un tema, sino de nuestras creencias sobre ese tema. Y en base a esas creencias, actuamos. Ese actuar genera un hábito. Ese hábito, genera resultados.

¿Qué sucede cuando no obtenemos los resultados que deseamos? ¿En algún momento evaluamos las metas implícitas que nos hemos propuesto, las acciones que hemos desarrollado –a partir de nuestros hábitos y creencias– para ponerlos a prueba y, quizás, modificarlos?

Quizás, querido lector, lo has hecho. Quizás, es algo que haces todo el tiempo. Si es así en tu caso, todo esto que relato debe ser, como mínimo, una obviedad para ti.

Para mí no lo es. O por lo menos no lo había sido hasta ahora.

Justamente anoche estuve viendo un documental de Tony Robbins titulado “I am not your guru”. Y una de las frases que siempre repite es “la vida cambia en un momento”.

Para mí, uno de esos momentos está aconteciendo ahora mismo.

¿Qué es lo que está cambiando? 

La forma de ver mi trabajo, al comprender el patrón subyacente a mi pensar, escribir y actuar. Mi proceso de trabajo se basa en la identificación de lo que creemos que es cierto y no es así.

¿Y cómo nos damos cuenta de qué es lo que no es así?

Te diría que ahí está el verdadero proceso de trabajo. En el descubrimiento de aquellas creencias que han dado origen a nuestros estándares, a nuestros hábitos, que nos hacen actuar de una manera que nos permite (o no) conseguir lo que queremos.

Lo que es, lo que debería ser y lo que quiero que sea

Hace varios años sigo a uno de los llamados “gurúes del management”. He leído casi todos sus libros y su enfoque me parece mucho más interesante que el interpretado, analizado y explicado por otros autores. Su nombre es Ichak Adizes.

En uno de sus libros, titulado “Mastering change”, Adizes plantea la idea de situar el origen de muchos conflictos en la diferente interpretación de los hechos en los cuales se basa la opinión de quienes discuten.

Hay conflicto cuando una persona presenta argumentos desde lo que ella cree que “es” (independientemente de lo que “es”, a partir del diagnóstico que esa persona haya realizado), mientras otra persona presenta argumentos desde lo que “debería ser”. Lo mismo sucede cuando se presentan argumentos desde la posición de “quiero que sea”.

Los conflictos se generan, entonces, por las diferentes posiciones. Puede ser que las personas no estén de acuerdo en lo que “es”, en lo que “debería ser”, y/o en lo que “quieren que sea”.

Por ello, una forma de identificar el origen del conflicto es hacer evidente desde qué posición cada una de estas personas argumenta. De lo contrario, la discusión es inútil.

Las claves de la vida: correr y leer

En un video que, aparentemente, es una ceremonia de premiación, Will Smith le dice a la audiencia:

“[…] la clave de la vida es correr y leer. […] ¿Por qué correr? Cuando corres, estás ahí afuera y hay una personita que te habla. Una personita que te dice: Oh, estoy cansado, mis pulmones están por explotar. Estoy dolorido. Estoy cansado, no hay forma de que pueda continuar. Y quieres renunciar, ¿no es cierto? Si aprendes a derrotar a esa persona cuando corres, aprenderás a no renunciar cuando las cosas se pongan difíciles en la vida. […]

La segunda clave de la vida es leer. La razón por la que leer es importante: han existido millones de personas antes que nosotros. No hay ningún problema nuevo que puedas tener. […] No hay ningún problema nuevo que puedas tener, que alguien no haya resuelto, y haya escrito sobre eso en un libro. Entonces, las claves de la vida son correr y leer.”

Entonces, si enfrentamos una situación de una determinada manera y no conseguimos los resultados que deseamos, una forma de evaluar qué sucede es buscar qué es lo que otros han hecho, cómo lo han hecho y, de esa manera evaluar nuestras creencias y hábitos.

En un artículo titulado “La fórmula del éxito”, Aaron Benítez dice:

“El asunto es sencillo: hay modelos y rutas para prácticamente cualquier resultado que queramos tener al final de nuestras vidas. Si quiero ser un tipo ilustre, hay montones de biografías de tipos ilustres disponibles. Si quiero ser un tipo millonario, hay montones de casos de éxito disponibles. Si quiero ser un líder impresionante, hay montones de estudios al respecto. También hay fórmulas para tener empresas globales y duraderas. Es sólo que somos necios y no queremos hacer caso, y terminamos con nuestro mismo negocio haciendo las cosas de la misma manera durante veinte años.”

Todo se puede aprender. Tenemos a nuestra disposición el material que deseemos, sobre el tema que queramos consultar y resolver. La dificultad radica en que no sabemos que lo que sabemos con certeza no es así. Porque si lo que sabemos con certeza fuese cierto, estaríamos obteniendo los resultados que estamos buscando.

Si no hacemos lo que hay que hacer, no vamos a conseguir lo que queremos obtener.

El problema es “lo que hay que hacer”. Si creo que “hacer lo que hay que hacer” es cierto, pero no es así, no conseguiremos resultados.

Si todos aplicáramos un proceso iterativo de probar continuamente aquello en lo que creemos cierto, para saber si realmente es así, todos estaríamos obteniendo los resultados que queremos.

El factor limitante es aquello que creemos cierto y no lo es 

Aquí puede ser importante el rol de un coach. Porque, a través de preguntas, orienta a su cliente a identificar la perspectiva desde la cual toma decisiones y actúa. A través de su trabajo, orienta a su cliente a descubrir qué es lo que da por sentado, a descubrir qué es lo que sabe con certeza, que quizás no sea cierto porque no está dando resultados. Probablemente lleguen a la conclusión de que algunas cosas que saben con certeza no son ciertas.

Las excusas o las justificaciones racionales representan, en muchas ocasiones, lo que creemos que es cierto, aunque no lo sea.

Por ejemplo: una persona que consulta al médico por estar excedida de peso. La persona puede justificar que no está “tan” excedida de peso, a pesar del dato objetivo de su índice de masa corporal. El médico conoce el camino al futuro del paciente. Si no cambia sus hábitos, seguirán otras dificultades y con el tiempo aparecerán mayores problemas de salud. El paciente reconoce esto, pero no realiza ningún cambio de hábito. Y justifica el no cambiar de diversas maneras, muchas de ellas, disfrazadas de racionalidad.

Lo cierto es que, sin cambio de hábitos no habrá reducción de peso y, sin ello, no habrá una mejora en la salud del paciente. El paciente sabe que hay casos en los que el sobrepeso no es mortal; el paciente conoce casos de gente que ha vivido hasta los ochenta y noventa años con ese mismo sobrepeso… y de esa forma justifica lo que sabe con certeza (que probablemente no padezca las dificultades que el médico pronostica), a pesar de que no es así (sí las padecerá). 

Vemos con mucha claridad estos ejemplos en otros, pero ¿con qué claridad los vemos en nosotros?

En mi caso, me resulta muy difícil identificarlo. Por ello, me urge comenzar a identificar mis propios comportamientos, mis propios hábitos, mis propias creencias, para saber qué es lo que creo con certeza y no es así.

No se trata de descubrir la verdad, porque –y aquí es donde aparece una de mis creencias básicas– creo que la verdad absoluta no existe. Pero si pudiese identificar qué conocimientos y creencias subyacen a mi actuar, podría evaluar qué y por qué hago lo que hago, buscar cómo es que otros han trabajado esas situaciones, perfeccionar este proceso y conseguir los resultados que deseo.

Volviendo al principio

Este es el paradigma desde el cual trabajo con mis clientes. Es el mismo paradigma que utilizo para escribir. Identificar por qué mis clientes toman las decisiones que toman, cuáles son las creencias a partir de las cuales desarrollan ciertos hábitos, aplicados a la actividad empresarial de cada uno.

Por ejemplo: he trabajado con muchos diseñadores gráficos emprendedores. Y una gran mayoría de las decisiones de negocio que toman, se fundamentan en creencias erróneas. ¿Por qué creen en eso? Porque saben que es cierto; están convencidos de que así son las cosas.

El ejemplo más claro y recurrente es la creencia en que tener un título universitario en diseño gráfico, habilita al diseñador a no permitirle al cliente opinar acerca del trabajo que encarga porque no sabe de diseño.

En algún punto durante la carrera, se genera y fortalece el paradigma a partir del cual el cliente no debe, ni puede, opinar. Y a pesar de la evidencia en contrario, fundamentada en que el diseñador no sabe de negocios, no sabe sobre el negocio de su cliente, ni sobre el cliente de su cliente, sobre su entorno, sobre la competencia, sino que únicamente sabe sobre diseño (porque tampoco pregunta sobre estos temas al cliente), el paradigma no cambia.

Los diseñadores actúan como si el cliente no tuviese derecho a opinar sobre su trabajo (el trabajo que ellos encargan y pagan) y así les va. Los diseñadores no toman conceptos de negocios para llevar adelante sus estudios y agencias y así les va.

El paradigma es tan fuerte y los espacios para evaluar si ese paradigma sigue siendo válido son tan escasos, que no hay casi posibilidad de cambio. Saben con certeza algo que hoy, simplemente, no es cierto.  

La suerte y la buena suerte

Si tener suerte no depende de uno, pero tener buena suerte sí, y trabajar para crear buena suerte significa trabajar en crear las condiciones para obtener buena suerte Expresado por Alex Rovira en su libro “La buena suerte”, entonces “identificar qué es lo que creemos que es cierto y no es así” es una condición fundamental para lograr la transformación que deseamos.

Utilicemos las tres preguntas habituales de Tony Robbins (y sus respuestas):

  1. ¿Cuál es tu estándar?

El nivel que has obtenido.  

  • ¿Cuáles son tus hábitos?

Los comportamientos que te han llevado a conseguir los resultados de tu estándar.

  • ¿Quieres, necesitas otros resultados?

Eleva tus estándares, modifica tus hábitos.

En el camino, identifica aquello en lo que crees que sabes que es cierto y que, puesto a prueba, quizás no lo sea.

¿Qué hora es?

Me he concentrado tanto en este tema… que ya me siento mucho mejor. Son las 8.06 am, así que… ¡a comenzar el día!


Del mismo autor: El poder de decir que no

Fernando Del Vecchio

Doctor en Dirección de Empresas y MBA de la UCEMA. Licenciado en Administración. Especialista en dirección, gestión e innovación de negocios de la industria creativa y cultural (economía naranja). Director del Programa MBA en la Escuela de Negocios de la UDLA (Quito, Ecuador).

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