La juventud, como la vejez, es un estado de mente. Podemos identificar personas, organizaciones, naciones tanto vitales y jóvenes, como alicaídas.
A nuestro alrededor podemos encontrar personas de la tercera edad, llenas de energía y juventud. Son personas con proyectos, con ganas de hacer cosas con su vida y con su tiempo.
También a nuestro alrededor podemos encontramos jóvenes con falta de energía, de ánimo y de voluntad. Algunos de ellos son categorizados como “ni – ni”, ya que ni trabajan, ni estudian. Son personas que, aparentemente, no tienen proyectos, no tienen ganas de hacer cosas con su vida y con su tiempo.
Cuando somos jóvenes, cuando tenemos toda la vida por delante, pensamos que tenemos mucho tiempo. Con el correr de los años, cuando hemos pasado largamente los cuarenta, nos damos cuenta de que la vida es bastante más corta. Más corta de lo que inicialmente podíamos imaginar.
Sin proyectos, las personas envejecen. Por ello vemos personas de la tercera edad muy vitales, y adolescentes alicaídos. La clave para mantenernos jóvenes es tener proyectos y comenzamos a envejecer cuando dejamos de tenerlos.
Organizaciones vitales versus organizaciones “maduras”
Las organizaciones se mantienen “jóvenes” cuando crean, desarrollan y/o mantienen el espíritu emprendedor. El espíritu emprendedor se incorpora y se mantiene con la contratación y desarrollo de personas que desafían el estatus quo de la organización. Personas que preguntan: ¿por qué las cosas se hacen siempre de la misma manera? ¿Podemos hacerlas mejor?
Las empresas sin espíritu emprendedor envejecen (y algunas, desaparecen).
Un síntoma concreto de envejecimiento organizacional es el padecimiento que sufren los directivos, los gerentes, los empleados y los clientes, al observar – sin capacidad de reacción – la forma como los competidores (de forma brusca o de forma lenta) se quedan con el mercado. Los ejemplos de Kodak (desplazado por Instagram) y Blockbuster (desplazado por Netflix) hablan por sí mismos.
¿Por qué no se tomaron decisiones para evitar esto? Porque quienes tienen el poder para hacerlo están comprometidos – en forma personal, económica y hasta emocional – con el modelo anterior, ya obsoleto.
Sé que hay personas – directivos de empresas – leyendo esto que, con el diario del lunes en la mano, estarán pensando que la dirección de Kodak y de Blockbuster tendrían que haber hecho esto, aquello y lo de más allá… que tendrían que haberse dado cuenta de lo que iba a pasar. Seguro. Muchas personas leyendo esto, sabiendo qué sucedió con esos gigantes “históricos”, no están haciendo nada de lo que proponen para eludir o evitar esto mismo en sus propias organizaciones. ¿El motivo? Su experiencia, los años en el mercado. Eso no impidió que los directivos de esas empresas, que también tenían mucha experiencia, muchos años en el mercado, tomaran las decisiones que evitaran lo que sucedió.
Personas jóvenes versus personas “alicaídas”
Las personas pueden mantenerse jóvenes siempre, en la medida en que tengan proyectos.
¿Proyectos de qué tipo? Del tipo “valiosos para nosotros”.
Tener metas puede ayudar, pero no alcanza.
Estos proyectos, valiosos para nosotros, serán los espacios personales en los que utilizaremos nuestros recursos (tiempo, dinero, energía). Las actividades que realizamos sin buscar una recompensa económica, pueden ser proyectos importantes para nosotros. Aprender una nueva disciplina, ayudar a otros a lograr algo, estudiar una nueva carrera universitaria. Este tipo de actividad, valiosa para nosotros, sin una meta económica, puede incrementar nuestra vitalidad.
Un aspecto importante es el control.
Debemos tener proyectos valiosos para nosotros, sobre los que tengamos control. Que mis hijos tengan hijos/as, para convertirme en abuelo/a no es un proyecto sobre el que tenga control (salvo que controle a mis hijos a través de la manipulación, para alcanzar mi objetivo: ser abuelo, quieran o no mis hijos/as).
¿Cuál es el rol del dinero en todo esto?
Hay personas que, de alguna forma inesperada, reciben una enorme cantidad de dinero. Muchas de ellas, deciden seguir trabajando. Si la decisión es producto del amor por lo que hacen, seguirán manteniéndose jóvenes, vitales.
¿Qué harías si el dinero no fuese un problema?
¿Estás trabajando en aquello que harías si tuvieses todo el dinero necesario para tu tranquilidad? ¿Qué harías si el dinero no fuera un problema? Si lo que harías es diferente a lo que estás haciendo: ¿qué te impide comenzar un proceso de transición hacia lo que verdaderamente quieres hacer? Nada brusco. Paulatino. Pequeños cambios que puedan orientarte hacia lo que verdaderamente importa.
Está probado que, cuando hacemos cosas por otros, mayor gratificación sentimos. Hacer cosas por otros debe tener sentido; no tienes que ser obligado.
Por ello las empresas sin propósito tienen trabajadores que intercambian tiempo y algo de esfuerzo por un salario. Las empresas con propósito tienen líderes y desarrollan gente comprometida con la misión de la empresa y con la suya misma.
Hablemos de la seguridad: la propia y la de tu familia
Cuando le sugieres a tus hijos/as que tomen un trabajo “por su seguridad” – por el hecho de que allí estarán “seguros toda su vida” – haces evidente tu propia inseguridad. Entiendo que quieres que no sufran, no necesariamente que sean felices.
Si uno de tus hijos quiere ser artista, podrías enfrentarlo y preguntarle “de qué va a vivir”. Él no lo sabe y tú tampoco. Él no lo sabe porque todavía no comenzó su proyecto, y tú tampoco porque no te has dedicado a ello. Un trabajo “seguro” (de esos que todo el mundo dice que “calientan el puesto hasta la jubilación”) podría ser una condena.
Finalmente: los países
Latinoamérica ha sido – y sigue siendo – una enorme y efectiva fábrica de pobres. Y los mantiene en esa condición, a pesar de su – aparente – intención de sacarlos de la pobreza con planes y proyectos. No lo han logrado, porque la consecuencia de su trabajo (producto de sus ideas y de la forma de implementarlas) es la inversa.
Quienes gobiernan se las han ingeniado para prometer cambios, ganar elecciones con la esperanza de los votantes, y demostrar incapacidad en la dirección y gestión de este enorme ente abstracto al que llamamos país. Claramente, el talento para ganar elecciones no es condición suficiente para saber qué hacer una vez electo.
Latinoamérica es, económicamente hablando, la región más desigual del mundo. Puede ser que, en términos de distribución poblacional, tenga una enorme cantidad de habitantes “jóvenes”. Esto no significa que nuestros países tengan un estado de mente juvenil (y menos, emprendedor). Si las condiciones definidas desde la política y el gobierno tampoco apuntan a promover, desarrollar y dejar que explote ese espíritu emprendedor, es poco probable que nuestros países sean jóvenes, emprendedores y ganadores.
Nuestros países son poco vitales y no tienen futuro. Son perdedores en el juego global. Van hacia donde pueden, como pueden, con lo que tienen. Y desde hace décadas, ese camino es indudablemente hacia abajo.
Brevísima conclusión
Mantente joven eternamente, diseñando e involucrándote en proyectos valiosos para ti. Asegúrate de tener control sobre esos proyectos, porque nadie – ni en la organización donde trabajas ni en el gobierno de tu país (y a veces ni siquiera en tu familia) – piensa, decide y actúa en función de tus verdaderos intereses.